sábado, 30 de abril de 2011

Un pacto con el diablo

-Sayuri seguro qué es necesario.
-Lo estoy, más que nunca.
-Por qué tendría que pagar por algo que no ha hecho.
-Porque esto se trata de un juego, un dulce y delicioso juego. Mi querido, Noah.
-Sayuri...
Noah solo podía pensar en lo único que a él se le daba bien pensar, en el dolor de estar enterrado vivo esperando al anochecer para ver pasando los días, sin contarlos siquiera, atraves de una prisión sin salida.
-Shhhh.- dijo Sayuri colocando sus dedos en la boca de Noah. Esos blanquecinos y aunque frágiles parecieran, podrían matar con solo tocar.- Esto le recordará que tiene corazón aunque no palpite.- Y plasmo lentamente, con suavidad, sus labios en aquella boca que obediente pero sin ganas devolvió ese saludo como solo ella sabe hacerlo.

......................................................................................................................................

-Nero. ¿Ocurre algo?- dijo Vincent.
Nero estaba parado, a medio camino, con una sensación de escalofrío que inexplicablemente recorría su cuerpo.
- Nada.-ese tono de voz tan arisca que siempre llevaba consigo en aquella voz tan perfecta.
-¿Otra vez?
-No, simplemente un mal presentimiento.
Los dos permanecieron callados, cada uno en su propio mundo, caminando al son del olvido.
-!Nero¡- la voz apresurada y feliz de Colín. Corriendo, que sin pensárselo dos veces lo abrazo.
-Aquí tienes a tu mal presentimiento.- dijo Vincent sarcástico.
-Colín,¿qué haces aquí?. Deberías estar en casa durmiendo. No te he dicho que salir a estas horas es peligroso.-dijo Nero haciendo caso omiso a las acusaciones de Vincent.
-Jo, pero es que así no podre verte nunca más.- dijo Colín apunto de llorar- yo no quiero que te vallas, quiero que siempre estés conmigo.
-Mira, vamos ha hacer un trato, si tu no sales de casa por la noche yo te iré a visitar.
-De verdad...- los ojos del pequeño brillaban con fuerza-...Pero... Por qué no puedo verte de día, así estaríamos más tiempo juntos.
Nero se empezaba a dar cuenta de que aquel niño estaba creciendo y que tarde o temprano sabría la verdad, pero por ahora sería mejor evadirla. En tal caso dentro de poco tendría que desaparecer de su vida.

viernes, 8 de abril de 2011

El renunciar de alas plateadas


-Arcel, espera...



-Olvídame, no quiero saber mas nada sobre el tema, no voy a ayudar a ninguno de los bandos.



-No puedes irte así como así, es que no vas a luchar por el paraíso.



-Por dios Anael, mira a tu alrededor te crees que esto es el paraíso, esta es tu visión de él, esto no es el paraíso es el puto infierno.



-Por qué hablas así, Arcel no te reconozco.



-Que por qué hablo así, que por qué... Mira estamos divididos en jerarquías que nos dictan lo que somos y lo que debemos hacer, en cualquiera de los casos nadie tiene el derecho a elegir como quiere que sea su vida. Eso es lo que no debería haber hecho ese tipo al que tu llamas padre, al que tu idolatras. Nadim, nunca debería haberlo hecho. Es más por mi que se pudra en una prisión de cristal. Tanto prometer que no íbamos ha ser iguales que las razas inferiores... Ha, las palabras se las llevo el viento.



Anael me miro con cara de mal augurio y me abofeteo.



-No vuelvas ha hablar así de padre, que quieres que te encierren con los rebeldes, zoquete.



Yo me di la vuelta y volví a retomar mi camino, sin mirar en ningún momento a lo que estaba dejando atrás. Anael nunca se había puesto tan seria, y aquella vez su mirada me llego al alma.



-Espera a donde vas.



-A lo que debería haber hecho hace tiempo.



-No puedes renunciar a ellas.



-A no pues mira como lo hago.



-Es que acaso quieres que te encierren, que te tomen por mala influencia...



-Te recuerdo que dentro de esa cárcel esta mi hermano, Anael y tu sabes tan bien como lo se yo, que el nunca hizo nada fuera de las normas. Así que te aconsejo que dejes de tocarme las narices, con el temita de la prisión.



Anael no volvió a emitir palabra, simplemente caminaba detrás de mi, llorando. Sus lágrimas caían por esas mejillas morenas y mojando aquel vestido blanco.

martes, 5 de abril de 2011

Si pudiera apagar ese interruptor, lo haría.

¿Quieres saber algo? Me fascinas, no se si es apego, predilección o afecto a ti, pero de una cosa estoy seguro, me fascinas. Cuando pienso que no puedes parecerte mas a lo que yo considero como mujer perfecta, me sorprendes, y cada día vas sumando aspecto por aspecto lo que a mi me gustaría ver en alguien muy cercano a mi. De verdad que me gustaría decirte que eres la única que haces dar un vuelco a mi corazón, pero no puedo porque no creo que esto sea amor, sino otra paradoja absurda en la que me encuentro perdido. Te aseguro que si me sintiera inexpugnable te diría lo mucho que te idolatro, pero como no creo en que no sea mas que el espejismo de una noche cálida, preferiría olvidarme de ti. Aunque visto lo visto voy a tener que aprender a convivir contigo mientras tu sigues sumando aspectos uno tras otro.