Contempla las nubes Gael, dentro de poco se convertirán en un mero recuerdo. Puede que estén en libertad, pero su avaricia es la que las corrompe y al mismo tiempo las corroe por dentro. Cuando se enfadan explotan en truenos y relámpagos poniéndose grises como si de un mal augurio se tratase. Y cuando están tristes sueltan lágrimas en forma de gotas, que pueden ser tan frías como una puñalada trapera. Si su tristeza es falsa sus lágrimas caen o bien en forma de nieve o en forma de granizo. Pero cuando están felices se ponen de un rosado amarillento recubriendo el cielo de alegría, que es la que marca el final del día y el comienzo de una maravillosa noche estrellada. Pero tú, mi querido amigo, eres totalmente distinto a ellas, eres como las estrellas, tímidas y arrogantes, difíciles de impresionar, deslumbrantes hasta la medula, de gran confianza y que siempre están ahí para escucharte, pero que cuando desaparecen dejan un espacio en blanco. Y en estos momentos tu ausencia es la que está sentada junto a mí. Sé que a mis palabras se las llevara el viento, pero aun me queda la esperanza de que tú puedas oírlas.
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