Después de un largo e intenso periodo de tiempo, en el que lo único que interrumpía el silencio era el bombeo de nuestros corazones y el corte de la verdura que Víctor tenia en las manos, paro, soltó el cuchillo, se limpio las manos en su delantal y me miro fríamente.
-¿Qué? Acaso tengo monos en la cara.
-Algún día te arrepentirás, Rene, y entonces la realidad te explotara en la cara.
-Es que hay algunos que no tenemos tanta suerte como otros.-le dije mirándolo despotamente.
Él se miro de arriba ha abajo y se quedo mirando sus piernas inválidas, mientras sus ojos se le llenaban de rabia.
-Y tú crees que esto es suerte. Mírame no puedo andar, no puedo sentir el frió suelo bajo mis pies, ni si quiera lo que sientes tu al caminar, al tocar algo solido. Tú no sabes lo duro que es estar aquí sentado y no poder mover el culo de esta puta silla. Ya no se los años que llevo aquí sentado, pero te aseguro que si pudiera caminar me abría escapado desde el primer momento.-dijo con rabia enérgica.
-Sabes lo que te digo, que prefiero tener una vida que una bala en la cabeza.
-No es por tirártelo en cara pero ¿qué vida?. Has perdido un ojo por nada.
-Pero se puede saber que te pasa.
-Que te has vuelto como el viejo, igual de déspota y cruel. Cuando yo te conocí no eras así, eras honrado, tímido y un gran tío.
-Eso no es así y tu lo sabes.
-No, no lo sé...
Cada uno respondía con una rabia contenida, como si el dolor de todos estos años hubiese estallado como una granada a los diez segundos de activarla.
-Víctor, no me jodas. -Déjame acabar. No se por que no intentastes escapar desde la primera vez, ni los motivos que te impulsan a quedarte y a cometer tantas barbaridades; no se que pretendes con esos actos, pero que sepas que así no vas a llegar a santo y por último, no se por que no buscas un trabajo que te llene más que esta mierda y que te haga sentir limpio de todo remordimiento.
-Y tú por qué no- le dije bajándome del poyo y poniendo la cara a la altura de la de Víctor. -Porque yo no lloro todas las noches de remordimiento.- dijo intentando zanjar el asunto, con voz que simulaba pena.
-Te has vuelto loco o es que te caíste de la cuna al nacer.
-Te recuerdo que dormimos en la misma estancia. Y creo que lo haces en sueños, no paras de llorar, gritar y pedir clemencia. Y la historia que más se repite es la de aquella vez.
Por mi cuenta, yo ya no podía escuchar más, ahora si que me había tocado fondo, así que sin inmutar palabra me largue a dar un paseo por algún lugar mas relajado que aquel sitio lleno de frustraciones y tensiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario